Son mamás, sí... pero de sus nietos
Excélsior 16 Primera - Laura Toribio

Cada vez son más las abuelas que tienen que hacerse cargo de los hijos de sus hijos y dedicarles su tiempo para criarlos, dejando atrás sus propias necesidades

Ya habían terminado de educar y ver crecer a sus propios hijos, pero de manera imprevista retornaron al escenario de la maternidad, ahora para criar a sus nietos.

Se trata de una generación de abuelas que están volviendo a ser mamás, esta vez de los hijos de sus hijos.

Juegan el rol materno de cambiar pañales, hacer tareas, dar de comer, llevar a la escuela y hasta premiar o castigar, a veces sólo por unas horas, pero otras de tiempo completo.

La tendencia cada vez más común, a decir de los especialistas, se puede ver reflejada en el hecho de que seis de cada diez niños que se quedan en casa mientras sus papás trabajan están a cargo de su abuela, según el INEGI.

"En realidad no es una opción que ellas hayan elegido, la misma necesidad las ha empujado a ello, cada día son más comunes las madres solteras, las separaciones o el trabajo de los papás, entonces más bien están solucionando una necesidad de los papás, y reaparecen en el escenario para tomar esa responsabilidad de llevar a los nietos a la escuela, hacer la tarea con ellos, ir a las juntas, es decir, de fungir prácticamente como sus mamás”, explicó Antonio Alonzo Ruiz, sicólogo clínico, especialista en adultos mayores.

El gerontoterapeuta, que tiene más de 20 años trabajando con adultos mayores, destacó que a pesar de que no se cuenta con estadísticas de cuántas abuelas han asumido el rol materno como tal, es un fenómeno cada vez más cotidiano.

Al respecto Graciela Saldaña, profesora del Departamento de Estudios Empresariales de la Universidad Iberoamericana, coincidió en el hecho de que es un comportamiento que se está extendiendo, aunque históricamente las abuelas siempre han ayudado en el cuidado de los nietos, sólo que ahora muchas lo hacen de tiempo completo sin recibir remuneración por ello.

Consideró que esto demuestra la fortaleza de las mujeres que no sólo sacan adelante a la generación de sus hijos, sino también a la de sus nietos, aun después de haberse jubilado y tener tiempo para descansar.

"Una de las cosas positivas para la abuela que juega este rol es que tiene la oportunidad de relacionarse con un ser muy querido que le va a proporcionar una experiencia emocional que sólo la va a tener con la interacción con sus nietos, eso le va a permitir desarrollar aquellos afectos que no pudo desarrollar con sus hijos”, indicó.

Planteó, sin embargo, que las abuelas pueden también tener sentimientos encontrados, no porque no quieran cuidar a sus nietos, sino porque no esperaban ya esa responsabilidad.

“Aquí las abuelas lo primero que tienen que preguntarse es qué quieren hacer, si quieren cuidar a sus nietos 20 horas al día está bien, pero si también deciden no hacerlo se vale, lo importante es que estén conscientes de sus metas y sus deseos más profundos para que no se vayan de esta vida sin hacer alguna de las cosas que siempre han querido hacer”, recomendó.

Por su parte, Graciela Casas Torres, maestra de la Escuela Nacional de Trabajo Social de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), señaló que la solidaridad, ya sea con hijas o nueras, es uno de los factores por el que las abuelas llegan a asumir el rol de cuidadoras de los nietos.

“Y entonces esta abuela canguro, como se le conoce en otras culturas, se hace cargo de repetir el rol del cuidado de los hijos, ahora con los nietos, en apoyo de las hijas”, comentó.

Desde su perspectiva no es ni bueno ni malo asumir dicho rol, sólo tiene que ver con la elección personal de cada abuela.


“Poco a poco me lo fueron dejando”

Primero sacó adelante a sus cuatro hijos y ahora Rosa María se encarga también de sus nietos.

“Sí, soy madre por segunda vez y lo hago por apoyar a mis hijos que están haciendo un patrimonio, que se encuentran trabajando y preparándose para salir adelante”, dice esta abuela de 55 años que cumple el rol de madre, pero de sus nietos.

Cuando sus dos hijos menores estaban a punto de cumplir 18 años y pensó que poco faltaba para decir “labor cumplida”, llegó a casa Darío, un nieto que terminó convirtiéndose en un hijo.

“Primero sus papás me dijeron que los apoyara en cuidarlo y poco a poco me lo fueron dejando, entonces tenía tres añitos. Hoy ya tiene 10 años y vive conmigo de tiempo completo, así que me encargo de mandar al niño a la escuela, estar pendiente de su uniforme, hacer tareas, darle de comer, llevarlo de vacaciones, en fin, de todo lo que requiere un niño, y aunque su papá, que es mi hijo, está ahí, la que asumió el rol de mamá fui yo”, relata.

Y ahora que Darío está creciendo como un hijo más, sus otros nietos están llegando a casa mientras sus papás trabajan.

Pero no se queja a pesar de que ha tenido que sacrificar descansos y salidas con las amigas, al contrario, se dice feliz de poder cuidar a sus nietos como hijos.

“Por supuesto que en muchas ocasiones estoy cansada, ya no tengo la misma energía que antes. A veces yo quiero salir porque mis hijos ya están grandes y ya no necesitan de mí y no puedo porque sé que tengo un compromiso con mis nietos, pero la verdad creo que eso me da vida y me pregunto qué haría si ellos no estuvieran”, argumenta.



“He vuelto a ser madre de crianza”

Jubilada, con dos hijos profesionistas, Tere volvió a ser mamá a sus 62 años. No cargó a su pequeño nieto Iktan en el vientre, pero le dedica las 24 horas de su día.

“Porque mi hija en ocasiones se pone a hacer cosas de su trabajo y el niño muchas veces prefiere que le dé de comer yo. Le gusta dormir en la recámara conmigo, ya sea en su cama o en su cuna, que está en mi recámara, por eso es que yo estoy las 24 horas del día con él, porque si en la madrugada se despierta quien lo atiende soy yo”, explica.

Regresar al escenario de la maternidad le devolvió a esta abuela las fuerzas que pensó que ya no tenía para subir, bajar, ir y venir de allá para acá. A sus 64 años se siente más viva que nunca.

“Parece mentira, pero los nietos te rejuvenecen, hacen que te salgan fuerzas nuevamente. En ocasiones sí me siento cansada, pero ese cansancio de verdad desaparece al instante en que veo a mi niño jugar, reír y correr para abrazarme y besarme, sin duda él es mi motor para tener fuerza”, asegura.

Como soporte para su hija, que es soltera, Tere ha asumido la responsabilidad de criar a su nieto de dos años, con la experiencia de haber sacado ya a dos hijos adelante.

“Junto con mi hija, yo lo atiendo en su higiene personal, en lavarle su ropita, en llevarlo al baño, en enseñarle cosas didácticas, en jugar con él a la pelota o en aventarla y cacharla porque son los juegos que le gustan, pero sobre todo, en cuidarlo y educarlo, y por fortuna ya tengo la experiencia que no tenía cuando fui mamá por primera vez, y cuento con la oportunidad de a mi edad volver a ser madre de crianza y hacerlo mejor”, presume.