El maltrato infantil no sólo deja una huella incurable sino también deteriora la materia gris
almomento.mx - Luz Fernandez

La Organización Mundial de la Salud (OMS), definió el maltrato infantil
como los abusos de los que son objeto los menores de 18 años, en el
contexto de una relación de responsabilidad, confianza o poder, e
incluye abuso sexual, desatención, negligencia o explotación comercial
que puedan causar un daño a la salud, desarrollo o dignidad del niño.

Hasta el momento, los resultados de los estudios de neuroimagen
estructural realizados han sido inconsistentes, pero un nuevo trabajo,
publicado en el /American Journal of Psychiatry/ y llevado acabo por
expertos del King’s College de Londres y la Fundación para la
Investigación y la Docencia (FIDMAG) de las Hermanas Hospitalarias,
aporta nuevos datos”, para comprender cuáles son las anomalías más
robustas en el volumen de sustancia gris.

El equipo investigador, del que también forma parte la Universidad
Nacional de Singapur, ha realizado un metaanálisis de los estudios de
morfometría basada en vóxel (VBM) sobre el maltrato infantil. Donde
la VBM es una técnica de análisis en neuroimagen que permite investigar
diferencias focales en la anatomía del cerebro comparando las
resonancias magnéticas cerebrales de dos grupos de personas.

Dicho estudio incluyó doce conjuntos diferentes de datos, los cuales
comprendían un total de 331 individuos (56 niños o adolescentes y 275
adultos) con historia de maltrato infantil, más 362 sujetos no
maltratados (56 niños o adolescentes y 306 adultos).

Para poder examinar las regiones cerebrales con menor o con mayor
volumen de sustancia gris en los individuos maltratados, se usó un
método metaanalítico de neuroimagen tridimensional llamado ‘signed
differential mapping’ (SDM), desarrollado expresamente por Radua.

El estudió dio como resultado que en comparación con los sujetos no
maltratados, los individuos expuestos a maltrato infantil tenían un
volumen significativamente menor de sustancia gris en varias zonas del
cerebro: el giro orbitofrontal y temporal superior derecho que se
extendía a la amígdala, la ínsula y los giros parahipocampal y temporal
medio, así como en los giros frontal inferior y poscentral izquierdos.

Los déficits en las regiones orbitofrontal-temporal-límbica derecha y
frontal inferior izquierda también se observaron cuando solo se
incluyeron participantes no medicados, indicando que estas anomalías no
estaban relacionadas con la medicación sino con el maltrato”, apunta Radua.

Por el contrario, el experto español subrayó que las anomalías en el
giro poscentral izquierdo solo se observaron en los individuos
maltratados de mayor edad. Estos hallazgos demuestran que las anomalías
de sustancia gris más consistentes en individuos expuestos a maltrato
infantil se encuentran en las regiones prefrontal ventrolateral y
límbica-temporal.

Éstas tienen un desarrollo relativamente tardío, es decir, después del
maltrato, y su disfunción podría explicar el déficit afectivo y
cognitivo que pueden sufrir las personas con historia de maltrato infantil.

“Los datos muestran las graves consecuencias de las adversidades
ambientales infantiles en el desarrollo cerebral”, añade Radua.
“Esperamos que los resultados de este estudio ayuden a minimizar el
riesgo ambiental en la infancia y a desarrollar tratamientos para
normalizar estas alteraciones morfológicas”, concluyó el experto.